domingo, 2 de diciembre de 2007

La intolerancia religiosa acosa a los sufies iraníes

La destrucción de un monasterio sufi en la ciudad iraní de Boroujerd pone de manifiesto la hostilidad contra la que tienen que enfrentarse las minorías religiosas y sectas heterodoxas en Irán.

Según las autoridades el problema se inició cuando los sufistas secuestraron y golpearon a jóvenes que asistían a una mezquita cercana. Como también otras personas que acudieron en su ayuda fueron agredidas, las fuerzas del orden tuvieron que intervenir.

Los sufistas tienen otra versión de la historia. Según cuenta una joven sufista, un grupo de "vigilantes" religiosos ya había intentado demoler el monasterio antes e incluso destruyeron parte de sus muros.

El día 10 de Noviembre pasado lo consiguieron destruir completamente. Para justificarlo, en la noche anterior a la destrucción del monasterio, los vigilantes y la milicia Basij realizaron un simulacro de ataque a una mezquita cercana donde, "casualmente", se celebraba una reunión en la que se hacía una crítica a las creencias sufíes.

Como relata la joven seguidora, los sufies se negaron a abandonar el edificio ante las exigencias de los asaltantes y llamaron a las fuerzas de seguridad. Estas hicieron acto de presencia pero pasada la medianoche se retiraron. Hubo entonces un apagón y enfrentamientos entre los que estaban fuera del monasterio. Los que permanecian dentro, estuvieron expuestos a gases lacrimógenos y aerosoles de pintura mientras que los vigilantes que los acosaban prendian fuego a un edificio vecino. El fuego se extendió al monasterio que quedó en llamas. Tras su demolición, en la que una vez más estuvieron involucrados los vigilantes religiosos, volvieron a aparecer las fuerzas de seguridad, quienes detuvieron a los seguidores sufies.

Según fuentes periodísticas se calcula que hubo unos 80 heridos durante los incidentes y se arrestaron a 180 seguidores sufíes. Al dia siguiente las autoridades derribaron lo que aún quedaba del monasterio.

La jerarquía religiosa chiíta, mayoritaria en Irán, es hostil hacia los sufíes. A pesar de que el sufismo reconoce la shariah, la ley islámica, es considerado peligroso por sus tradiciones heterodoxas como las sama, que incluye la danza, la música y el recitado de los nombres divinos de Alá o dhikr.

Los clérigos tradicionalistas como los ayatolás Safi Golpaigani, Makarem Shirazi, Fazel Lankarani y Nouri Hamadani, han dictado fatwas contra los sufíes, a quienes consideran heréticos. Estos clérigos ven al gobierno del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, como custodio de los valores de la fe.

Los sufistas por su parte, señalan que las fatwas han dado a los cuerpos de seguridad, como el Ministerio de Inteligencia, una razón para suprimir a la orden y a los vigilantes religiosos una excusa para atacarlos en sus lugares de culto.

En defensa de los sufíes, han acudido otros religiosos señalando que gozan del derecho a la libertad de culto. El ayatolá Montazeri, que cuenta con gran cantidad de seguidores en Irán, despues del ataque a un monasterio sufí en febrero de 2006 dijo que no existía justificación religiosa para esa clase de actos.

Mehdi Karrubi, ex presidente del Parlamento iraní, líder del partido reformista Etemad Melli y clérigo chiíta, en varias ocasiones escribió cartas a los ayatolás y funcionarios del gobierno para reivindicar la libertad religiosa de los sufíes. Tras la destrucción del monasterio en Noviembre envió una carta abierta al ministro del interior Mostafa Pour Mohammadi, recordándole los derechos fundamentales de los ciudadanos y advertiéndole que la custodia de su seguridad y pertenencias es un deber primario de todo gobierno.

Tras la publicación del texto en el diario de Karrubi, Etemad Melli, su autor se convirtió en blanco de los ataques de los clérigos tradicionalistas de línea dura.

En declaraciones a la agencia de noticias IPS, un analista que pidió mantener su nombre en secreto dijo:

"Los ataques contra los sufistas se han incrementado desde que Ahmadinejad es presidente. En diciembre del año pasado ordenó al Ministerio de Cultura una revisión de sus políticas para prevenir la actuación de personas o sociedades 'pervertidas' que actúan bajo la 'cubierta' del misticismo y el espiritualismo.

La persecución de los sufistas debe ser vista como parte de un plan más amplio para suprimir grupos de referencia alternativos. Los clérigos tradicionalistas de línea dura que llevaron al poder a Ahmadinejad enfrentan un peligro creciente de perder su influencia en la gente a causa de su intolerancia.

El secularismo avanza. Cada vez más jóvenes se sienten atraídos por el sufismo. Como defensores del secularismo, y a causa del atractivo que ejercen por su tolerancia, los sufistas son vistos como un gran peligro, ya que constituyen para muchos una buena alternativa a la ideología oficial.

El brazo armado del clero chiíta, la Guardia Revolucionaria, recientemente calificó a los sufistas, junto con las feministas, los defensores del pluralismo religioso y las organizaciones no gubernamentales como amenazas para el Estado. Esos grupos pueden ofrecer liderazgo y capacidad de organización y movilizar a la gente contra el régimen"

(Extraido del articulo Irán: Intolerancia religiosa acosa a los sufíes)


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