sábado, 24 de noviembre de 2007

El cardenal Rouco Varela y la génesis del terrorismo

Aristóteles en el libro VII de su Ética a Nicómaco contraponía a la disposición moral a la brutalidad una “virtud sobrehumana, heroica y divina”. El único supuesto que salvaba a semejante propuesta teórica de acabar definiendo al hombre como ínclito en la brutalidad era precisamente la división del ser humano en su sentido físico y en su sentido cultural: “(el hombre brutal) se da principalmente entre los bárbaros; y a veces, asimismo, como consecuencia de enfermedades y mutilaciones. También aplicamos esta expresión ultrajante a los que por su maldad sobrepasan los límites humanos”. La brutalidad se había reducido al instinto más animal que aún alimentaba las acciones de aquellos hombres que no conocían la civilización. Solo la cultura contrarresta la barbarie, y por ende es fuera de sus límites donde únicamente podemos encontrarla, es pues la enfermedad o la irracionalidad lo que la explican; ninguna sociedad racional podría, según Aristóteles, albergarla en su seno. Es a raíz de dicha concepción como surge, en el ideario occidental, la idea de monstruo, o mejor dicho de “monstruo humano”. En palabras de Foucault: “la noción de monstruo es esencialmente una noción jurídica”. Y así es, la noción de monstruo surge para diferenciar aquello de lo que la ley puede dar cuenta, de aquello de lo que en virtud de su monstruosidad solo pueden dar cuenta las medidas excepcionales. Aristóteles se situa en este ámbito de demarcación y pese a que en un primer momento, la brutalidad acontecía dentro de la disponibilidad humana, acaba convirtiéndose en el límite legal y natural del ser humano; acaba convirtiéndose en un arma legal para justificar y edulcorar los actos violentos de las sociedades presuntamente racionales (tanto en el ámbito particular como en el internacional) y excluir y valorar bajo el concepto de “inhumano” los de aquellos que en principio nada comparten con nuestra cultura. El acto del monstruo deja a la ley sin voz, a la política en estado de naturaleza y al individuo indefenso ante los lobos.

La división entre ciudadanos y bárbaros aún opera en las estructuras mentales de algunos individuos así como en los discursos de algunas instituciones y gobiernos. Entre otras cosas porque es eficaz a la hora de elaborar políticas y justificar atrocidades. El ser humano cultural, racional, occidental no es capaz, según dicho discurso, de la monstruosidad (algo que por ejemplo Foucault pone en tela de juicio y ejemplos no le faltan: el caso de la mujer de Lagestat, completamente sana y que se comió a su hija porque tenía hambre, el propio holocausto judío perpetrado por los nazis a priori nada enfermos), sus hechos son susceptibles de ser juzgados, de ser evaluados y condenados dentro de un organigrama racional. Como contrapartida, el discurso oficial propone a otro grupo de seres, llamémosles “humanoides” en tanto que comparten nuestras características físicas que están allende la ley. Contra ellos no cabe jurisdicción alguna, los gobiernos efectúan su derecho natural hobbesiano a la guerra, pues como dijera el ilustre Hobbes: entre Estados la ley que impera es la del más fuerte. Es la consecuencia de entender la barbarie como trascendente a la cultura, hecho que acaba dejando a la atrocidad interna sin explicación y legalizando las acciones brutales contra aquellos que presumiblemente ostentan la etiqueta de bárbaros del siglo XXI

Es quizá por eso, por ese doble rasero con el que se miden las acciones y las ideas, por esa pretendida ausencia de brutalidad que se atribuyen a aquellos paladines de la razón en contra de los que supuestamente confabulan contra occidente en un sin fin de cuevas, por lo que algunos religiosos acaban copando el sospechoso top de creadores del terrorismo yihadista y otros sencillamente bautizan a princesas herederas con el boato que un acontecimiento de tal magnitud requiere. Sí, porque lo que se le escapaba a Aristóteles y que Foucault subrayaba, es que la brutalidad lejos de ser un límite, es más un arma para la hegemonía de algunas categorías; y que las ideas, lejos de diferenciarse según el contexto y la voz que las profieren están llenas de similitudes si generan el mismo contenido.

Es por eso por lo que quiero resaltar, el ideario que propone día sí, día también, un peligroso funcionario de una red no menos peligrosa llamado Antonio María Rouco Varela. El 18 de Noviembre de este 2007 ante el IX Congreso Católicos y Vida Pública dejó unas cuantas perlas en su conferencia: “Exigencia y compromiso del católico en la vida pública”. Rouco defendió: “un espacio público en el que la fe pueda ser mostrable con libertad y en libertad”, añadiendo: “El católico no debe limitarse a ser un fiel cristiano, sino alguien que vive su vocación secularmente, es decir, en el mundo” ¡¡¡Cuidado!!! señor Rouco con lo que se dice, y alerta porque ya San Agustín le ha sacado tarjeta roja. Con esta propuesta se aleja usted de la visión ascética del cristianismo, de ese primer mensaje de Cristo, y se acerca paradójicamente a las posturas adoptadas por el reformismo musulmán del siglo XIX. Los Al Afgani, Mohamed Abduh y Rashid Rida compartirían su visión de la religiosidad social. Su propuesta es que el cristianismo y los cristianos irrumpan en la vida social desde la fe, que ocupen el sitio que histórica y legítimamente les pertenece, olvidando que la sociedad no se compone de laicos y cristianos, como establecieran los Inocencios que en la historia fueron, sino de ciudadanos. Su apelación a que la cristianitas devore con su dinamismo público los desastres que acarrean a España el laicismo, y una sociedad “sin Dios”, no son más que consignas que abogan indirectamente hacia un Estado confesional: Al Banna (fundador de los Hermanos Musulmanes) no podía haberlo dicho mejor!!!!

Según Rouco el gobierno le ha dado la espalda “a la ley natural”; una ley natural que según la Conferencia Episcopal se rige por la revelación que algunos privilegiados obtuvieron y que posee una fuerza punitiva superior a la política. De nuevo peligro señor Rouco, facciones como Al- Yihad en Egipto exigen exactamente lo mismo que usted. Su afirmación de una “ciudadanía cristiana” militante no se aleja en mucho de la propuesta de Hassan Al Banna cuando se crearon los Hermanos Musulmanes. De hecho ese era el principio rector del reformismo, una revolución educativa desde la base que acabara generando una sociedad comprometida con Dios y con el mensaje del Islam, sin que por ello se exigiera un Estado islámico (eso sería algo que vendría después fruto de la represión de los gobiernos nacionalistas y del daño cultural e identitario que provocó el colonialismo): “La vida pública no se ciñe a la vida política, implica a toda la sociedad”, palabras de Rouco que bien podrían ir firmadas con la pluma de Sayyid Qutb.

Según Rouco las dificultades que tienen los católicos para desarrollarse en España son el laicismo radical y el relativismo que niega la existencia de una verdad moral. Moral que Alfredo Dagnino presidente de la ACdP considera, en un alarde de ignorancia supina, vital para la democracia. Precisamente esa, es la misma enfermedad que los reformistas veían en el Islam y en los movimientos nacionalistas, así como en los gobiernos que padecían. ¿Por qué entonces Al Afgani, Mohamed Abduh, Rashid Rida, Al Nursi, Ibn Badis, Al Banna o Sayyid Qutb son etiquetados como los padres teóricos del actual terrorismo yihadista (mal llamado islamista) y el señor Rouco Varela, goza de la impunidad que este extraño país concede a los funcionarios de Dios? ¿Por qué se da la señal de alarma con semejante discurso islamista cuando dentro de nuestras fronteras se proponen mensajes similares o incluso más radicales desde la Conferencia Episcopal?

Ambos discursos proponen la socialización del fenómeno religioso, una relevancia mayor para los dogmas, una resurrección de Dios para la vida pública que algunos como Dante, Ockham, Juan de Paris o Marsilio de Padua ya habían, merced a su inteligencia desterrado para siempre del mapa político; ambos discursos atentan claramente contra la democracia entendida como el ámbito de la discusión pública y la tolerancia desde la igualdad (no como algunos confunden desde el respeto y la integración de los distintos estratos sociales y religiosos al amparo de un dogma institucional). Los discursos de los reformistas musulmanes, incluido el de Qutb que se radicalizó tras su experiencia en la cárcel, no incitaban a la violencia, aunque contengan en germen ideas susceptibles de ser malinterpretadas (como en su día lo fueron las del malogrado Nietzsche) y capaces por ende de movilizar a los adeptos de la fe a derrocar gobiernos ilegítimos. Tampoco está la violencia incluida en el discurso del señor Rouco a pesar de ser milimétricamente similar al de los anteriores. La única diferencia estriba en que Rouco y compañía no han tenido un Nasser que los torture y los persiga, ni colonialismo que los subyugue, y no han comprobado como esa causa externa modula el discurso hasta legitimar para algunos radicales, actos de una violencia extrema, ya sea contra los propios gobiernos (“que atentan contra la ley natural y olvidan al Dios verdadero” Rouco) como por ejemplo el asesinato de Saddat, como contra objetivos externos como los casos paradigmáticos de Nueva York o Madrid. Es por eso por lo único por lo que Rouco sigue teniendo legitimidad intelectual y Qutb es desterrado al ostracismo de las ideas. Los tipos del turbante siguen siendo para algunos, bárbaros de monstruosidad sin límites, portadores de ideas peligrosas. Desde occidente se sigue persiguiendo un cierto tipo de ideas por considerarlas causa primera de las acciones del principal enemigo al que en la actualidad se enfrenta, mientras se obvia de forma miserable aquellos discursos que sí atentan contra la democracia y que en un futuro podemos lamentar no haber escrutado bajo una óptica más objetiva.


miércoles, 21 de noviembre de 2007

La “yihad interior” senegalesa

En los dos primeros dias de esta semana se ha celebrado en Las Palmas de Gran Canaria el seminario “Una visión del Islam en África y desde Canarias: historia de una frontera”. La primera ponencia del seminario estaba a cargo del profesor Abdoul Azize Kebe, de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar, y versaba sobre el Islam en Senegal.

Abdoul Azize resumió la historia de la implantación del Islam en tierras senegalesas desde un primer momento, en que aparecen como religión solamente de la corte real, hasta el momento actual, en el que la practican un 95 por ciento de la población; y destacó que en Senegal: «se tiende hacia un Estado secular, es decir, ajeno a la religión pero no contrario a ella» y «se vive en un clima de tolerancia» entre las diferentes confesiones.

El profesor Azize atribuye esta situación a la influencia del sufismo y a los marabús, líderes religiosos que rigen las cofradías de fieles distribuidas por todo Senegal.

La influencia del sufismo es tenida en cuenta por su concepción espiritual e introvertida de la religión islámica y de uno de sus principales conceptos, la yihad o “esfuerzo”. Llama la atención que una palabra que en el vocabulario occidental está estrechamente asociada con la idea de guerra santa, sea entendida, en cambio, por los senegaleses como “realización personal, la lucha interior contra uno mismo para alcanzar el amor de Dios”.

Los marabús, por otra parte, han jugado un papel importante en la asimilación de las creencias islámicas “por la cultura negra, desde unas características universales que no tienen que ser las de los árabes”. «En Senegal los marabús han preconizado un Islam transétnico y a favor de la igualdad universal entre las personas».

Abdoul Azize predijo en su ponencia que en un futuro estas congregaciones religiosas se fragmentarán y verán reducido su poder, puesto que en caso contrario su autoridad sobre la población podría entrar en conflicto con los intereses del Estado.

Posteriormente, en declaraciones a ABC, Azize descartó que el Islam deba suponer una dificultad para el entendimiento y la cooperación: «La religión puede ser un factor de acercamiento tanto como de alejamiento, depende de cómo se juzge al otro. Si se le juzga mal, y el otro se ve agredido en sus creencias, habrá una reacción negativa que no tiene razón de ser si se establece un trato comprensivo. Al fin y al cabo, el Islam no es una ideología política, sino un referente de espiritualidad y de ética».

(Publicado a partir del articulo "La yihad interior, una realidad africana desconocida" aparecido en la edición digital del diario ABC )


domingo, 18 de noviembre de 2007

Pakistán, con el alma partida


La 2 de TVE emite esta noche a las 21:30 dentro del espacio "En Portada" el reportaje: "Pakistan con el alma partida".

“En Portada” repasará en “Pakistán, con el alma partida” los recientes acontecimientos pero se dedicará sobre todo al análisis de la encrucijada en que se encuentra desde su nacimiento entre dictadura y democracia, islam y secularismo, extremismo y moderación. En los últimos tiempos se ha producido un aumento de los islamistas radicales en algunas zonas como las áreas tribales, en la frontera con Afganistán, y se habla incluso de una “talibanización”. El régimen de Musharraf no ha conseguido frenar este auge y tampoco ha hecho mucho por acabar con la extrema y enorme pobreza, el analfabetismo, más del 50% de la población, o la mala situación de la sanidad, caldo de cultivo del que beben los extremistas.

El equipo del programa recorrió diversos lugares antes del estado de excepción. Habló con representantes de la clase política y también de la sociedad civil. Algunos están ahora detenidos o en arresto domiciliario. Pudo visitar durante unas horas, con escolta militar y un permiso especial, una zona de las áreas tribales, cerradas a los extranjeros. Hemos hablado con islamistas radicales y moderados, con mujeres que han sido o son víctimas de la violación de sus derechos, como Mukhtar Mai, y con mujeres profesionales, con miembros del gobierno, con estudiantes…. Entramos en la Academia Militar de Kakool, donde se forman los cadetes del ejército paquistaní, un estado dentro del estado. En el programa intervendrán entre otros el primer ministro, el ministro de Asuntos Exteriores, el gobernador de la conflictiva Provincia Fronteriza del Noroeste, Qazi Hussain Ahmad, líder del MMA, la coalición de partidos religiosos, la antigua estrella del críquet reconvertido en político, Imran Khan, la presidenta de “Defensa de los Derechos Humanos”, Amina Masood, o el periodista y analista político, Ahmed Rashid.


Pakistán, el único estado musulmán con armas nucleares, es, desde el 11 de Septiembre y por su importancia geoestratégica, uno de los países clave en la lucha contra el terrorismo internacional.


(Publicado en la página web del programa. Texto completo aquí)


sábado, 17 de noviembre de 2007

Libros: El soldadito de Dios


El soldadito de Dios.
Kiran Nagarkar.
Galaxia Gutenberg-Circulo de Lectores.
24,95 €

Educado en el seno de una familia musulmana liberal en la India, Zia se contagiará del fanatismo que le imbuye su tía Zubeida, una musulmana ortodoxa. En Cambridge, se revelará como un matemático brillante pero sólo piensa en dar con Salman Rushdie, a quien desea asesinar para cumplir la fatua que pesa sobre el escritor. Atormentado por la violencia y la muerte, acuciado por la necesidad de perdón, se convierte al cristianismo, pero la paz continúa eludiéndole: sigue siendo en esencia un fundamentalista, y su alma torturada le llevará de un monasterio en California a un campo de entrenamiento terrorista en Afganistán. Es el soldadito de Dios: un terrorista.

Convencido de que está destinado a salvar el mundo, su periplo le llevará a la blasfemia por cuanto pretende saberlo todo mejor que el propio Dios y, finalmente, hace de la cínica arrogancia la vara con la que mide sus propios actos. Una religión que sin escrúpulos declara la guerra a la razón, pero que no podrá sostenerse contra ella.

Kiran Nagarkar es novelista, crítico y autor teatral. Nacido en Bombay en 1942, es uno de los escritores más importantes de la India poscolonial. Escribe sus novelas tanto en su idioma natal -maratí- como en inglés, y ha recibido los premios literarios más prestigiosos de su país.

(Publicado en la revista del Circulo de Lectores Nº 226.)


jueves, 15 de noviembre de 2007

Ahmed Rashid: "La represión de Musharraf está dirigida contra la sociedad civil laica, y no contra los extremistas y los talibán"

El diario El Mundo pública hoy en sus páginas de opinión un articulo del periodista y escritor pakistaní Ahmed Rashid, autor del libro Los talibán. Rashid denuncia el estado de excepción impuesto por el presidente Pervez Musharraf con el fin de seguir gobernando en Pakistán después de ocho años en el poder.

"Jamás un gobernante militar había ordenado a las fuerzas de seguridad que dieran palizas a miles de abogados, periodistas, mujeres y miembros de la sociedad civil en las calles, que los llevaran a rastras hasta las cárceles y acto seguido los acusaran de traición".

Según Rashid la brutal represión esta dirigida por entrero contra la sociedad civil laica y los partidos políticos del país y desdice los objetivos públicamente proclamados por el régimen militar de poner freno a los extremistas islámicos y los taliban paquistanies, que mantienen su actividad en el norte del país donde siguen apoderandose de territorios y ampliando su poder en alianza con los taliban afganos y Al Qaeda.

El autor destaca que no se ha detenido a ningún extremista islámico, ni a ningún jefe de ninguna organización terrorista. El mismo día en que se impuso el estado de excepción, 3 de noviembre, el ejercito puso en libertad a 28 talibán pakistanies y afganos que estaban en las cárceles. Dos de ellos cumplian condenas por atentados con bombas.

Musharraff ha anunciado que se celebrarán elecciones el 9 de enero pero que no se levantará el estado de excepción hasta que él mismo haya fijado la fecha de renuncia a la jefatura de las fuerzas armadas, cargo que ha ocupado desde 1998. Mientras formará un gobierno de transición encargado de sacar adelante las elecciones.

El hecho de que, ya en 2002, y bajo mandato de Musharraf se celebrasen unas elecciones fraudulentas y con un estado de excepción vigor, hace que según Rashid, nadie dude de que las próximas elecciones estarán amañadas en un grado muy superior a favor de los candidatos que cuentan con el beneplácito del ejército.

La grave situación actual de Pakistán, en contraste con las crisis que recientemente han sufrido otros paises como Birmania, Georgia o Venezuela, se enmarca en una tensión internacional fruto de los apoyos que sucesivos gobiernos pakistanies han dado a terroristas y la venta de armas nucleares a estados como Libia, Iran o Corea del Norte.

Pakistán es el único país musulman que posee armas nucleares y el caos reciente ha despertado el miedo a que esas armas puedan caer en manos extremistas. Además, según informes de los servicios de espionaje de Estados Unidos, Pakistan es en la actualidad el centro de mando y control de la dirección de Al-Qaeda, los taliban afganos y otros grupos de Asia central.

El autor comenta que a pesar de todo esto los Estados Unidos han dado la callada por respuesta. Bush sigue prestando su apoyo a Musharraf y la respuesta europea ha sido de una indiferencia similar, a pesar de reclamar unas condiciones democráticas más exigentes. No sorprende por tanto que Musharraf haya declarado que no esperaba ninguna sanción ni reducción de la ayuda exterior que Estados Unidos presta a Pakistán a pesar de las medidas autoritarias adoptadas.

Desde el punto de vista de Rashid, Washington se ha planteado su dilema sobre Pakistán a partir de una alternativa simplista: o apoyan el proceso democrático y la sociedad civil o apoyan a las fuerzas armadas en la lucha con el terrorismo. Pero ningún gobierno puede librar con éxito una guerra contra el terrorismo sin estabilidad, sin un mínimo de legitimidad democrática y sin el apoyo de la mayoría de su pueblo.

En palabras del autor: "las medidas de Musharraf han desestabilizado Pakistán hasta un punto como no lo había estado jamas en toda su historia, mientras que Bush ha pisoteado el sentido común y los intereses de los Estados Unidos a largo plazo con su apoyo a Musharraf".


domingo, 11 de noviembre de 2007

Tutankamon o la extraña fábula

"¿Cómo sabés qué es lo que te mereces?". Esa fue una de las preguntas con las que me abordó durante una entrevista de trabajo uno de esos extraños maniquíes que pertrechados con el uniforme de alto ejecutivo trataba de psicoanalizar cualesquiera de mis escorzos con el único fin de vislumbrar el grado de semejanza que podía tener con ese eidético perfil que dejaban escapar cada una de sus palabras fieles al vocabulario interno de la empresa. Convertida en una especie de sombra, deshumanizada como todos aquellos que regeneran el delirio lorquiano , emulando a aquellos vacilantes insomnes que deambulan por entre los departamentos, apuntaba mis respuestas codificando mi identidad y mi destino en unas pocas casillas sin el más leve síntoma de emoción.

En un malabar juego de manos mi libertad para decidir qué hacer con mi vida se vio mermada, azotada por el latigo de la realidad. No posees todos los caminos, tan solo unas pocas sendas; cuando creas verte en la encrucijada frunce el ceño pues será otro el que eliga por ti. La feudalización laboral ha quitado la razón al pobre Whitman. El viejo Walt no comprendía como los breves sintagmas de una biografía podían siquiera pretender exponer o describir un segundo de una vida, cualquiera que fuera. Un individuo generaba una intensidad tal de libertad que resultaría inabarcable para el más erudito de los historiadores, para el más brillante de los biólogos.

Ahora un sintético párrafo da cuenta de millones de zombies que pululan sin pena ni gloria por el descarnado mundo. Uno de esos espectros con corbata tiene en sus manos la totalidad de mi bienestar, prepara la alquimia venenosa para transformarme en oscura sombra. Mi corazón henchido, émulo de Perceval, corre presto a su encuentro. ¿Quién decide qué es lo que mereces? ¿Quién evalúa y determina en última instancia la justicia que ampara tu libertad para el bienestar? ¿Quién escribe sobre unos pocos prejuicios quién eres y en qué te vas a convertir de manera irremediable? ¿Quién o qué, conjuga pues, este baile de ficciones en el que se ha convertido nuestra sociedad, capaz de hacer creer a un joven licenciado que sus posibilidades se reducen a la fortuna o a la inoperancia de algún desaprensivo que en un gesto de justicia poética conceda, merced a su ignorancia, un trabajo digno a este pobre sujeto? Eso mismo se anda preguntando el joven y fúnebre Tutankamon, insospechada pareja de baile para este filósofo que les habla.

Mi comunión con el ya veterano faraón se debe a dos factores que se han convertido irremediablemente en parametros básicos para la comprensión del estado que nos envuelve: la injusticia social enmascarada de un lado; la deformación de la historia del otro.

Cuando el joven Tutankamon corría, según algunos, he de suponer que el aire, merodeaba entonces la piel, con la misma suave caricia que hoy lo hace cuando agito la mano y lo divido en infinitas líneas invisibles. Son aquellos que aún creen que el pasado es inamovible y que sólo fluctua el presente y el inescrutable futuro. O más bien son aquellos que nos pretenden hacer creer en esa fantasía que inmoviliza el pasado. ¿Porqué? muy sencillo. Si el pasado es inamovible, si la Historia enseña los acontecimientos que ya no pueden modificarse, si creemos que aquello que cuentan de Antístenes y Napoleones es cierto, si vislumbramos esa objetividad histórica entendida como una erudicción de los hechos, legitimamos de forma encubierta la manipulación del discurso que genera lineas causales para modular el presente.

Para los más profanos, asentiremos sin vacilar cuando se nos diga que la Guerra es consecuencia de una nefasta política repúblicana, cuando se nos informe del contenido de algunas obras en principio generadoras de terrorismo etc. Aceptaremos sin más nuestro particular destino, en virtud del cierre irremediable de nuestra identidad en unas pocas líneas dibujadas por aquellos interpretes de la "Historia" que obvian la maleabilidad de su objeto. Se nos hará creer que no podemos hacer nada más para cambiar las cosas, que solo unas pocas posibilidades se presentan factibles debido a este hecho o aquel, mientras los que dirigen los destinos, aprovechan lo vácuo del pasado para reinventar instituciones, líderes y enconados enemigos.

Koselleck nos enseña que el tiempo es discursivo, que se genera a traves de la hermenéutica y que la objetividad histórica solo se obtiene en la relación de las distintas categorías que regulan el tiempo mismo. El historiador debe ser consciente de que la historia no se descubre, se crea, y el ciudadano debe estar más alerta aún, pues la historia es el principal arma para generar identidades, esas que parecen delimitar aquellos que presumen de ser eficaces tan solo por llevar un distintivo empresarial. Una identidad que no solo se conforma con la manipulación tanto de los hechos como la interpretación de los mismos, sino que se modifica a traves de las diferentes trabas que la sociedad impone a aquellos que quieren hacer oir su voz y se ven incapaces de desarrollar todo su potencial.

Tutankamon y su trágica historia es el paradigma de la voz democrática hoy silenciada de los filosofos. En la soleada tarde cairota alguien decide que su destino, elegido en libertad por el joven egipicio, no es el abismo, ni el metafísico encuentro con su alma para el posterior viaje con Ra, sino una confortable vitrina, donde servirá de improvisado escaparate para el particular deleite de impresionados turistas que de repente conparten con el joven faraón su malogrado "descanso" eterno.

Ese parece ser también nuestro sino, alguien estructura nuesta trayectoria ahogando en insatisfacciones todas las posibilidades que como licenciados tenemos. La ficción que se genera a nuestro alrededor regula la inmersión de algunos mediocres y oculta de manera eficaz la injusticia que se comete con nosotros (cómo demostrar que se nos suspende o se nos priva de becas por ser mejores). Asistimos mudos a la deformación de las ideas, a la casuística "orientalista", sin poder siquiera protestar pues los grilletes laborales que arrastramos nos impiden maximizar más el tiempo de estudio si no queremos perecer en el intento debido a que un buen día se nos olvidó dormir. Alguien ha decidido ya que seamos teleoperadores, albañiles, reponedores, que nuestra identidad se limite a aquello que en la vida pública apenas incide, nuestra historia se reduce al 12-1 a Malta, al descubrimiento de América y a qué felices somos en este rincón del mundo.

Al igual que a Tutankamon nos han metido en una claustrofóbica urna, han reducido nuestro espíritu a mero engranaje. Pese a todo, faraón y filósofo guardan un "as" en la manga. El rostro irreductible de la momia denuncia imperturbable la injusticia de su situación, nadie que se pasee y la vea puede irse sin sentir que aquel no es su sitio, que es testigo de una atrocidad, pues su mirada perdida hace miles de años aún busca ser encontrado por el alma errante . El filósofo resiste de igual manera, haciendo fortaleza de su espíritu, escrutando los textos infatigable, parapetando toda la basura que lo rodea, haciendo honor a esa verdad que es solo constructo, pero que no por ello es relativa; la objetividad de la misma reside en la amplitud de miras, en la justa descripción de ideas y hechos, y no en la simplificación pedagógica que a algunos sirve, para generar conflicto y mantener status de sospechosa genética.

Movamos a Tutankamon, no nos convirtamos en mera metáfora de este tiempo que nos tocó vivir, rebasemos los límites de lo que según algunos presumiblemente somos, y digamos la verdad sin tapujos. Si paseais frente a mi vitrina, por favor hechadme una foto.


Dos ejemplos de Orientalismo.

En la vida hay muchas casualidades; algunas no lo son y otras sólo parecen serlo. Una de ellas es el hecho de que haya terminado el libro "Orientalismo" de Said el día después de la pelea de bar entre nuestro jefe de estado -¿elegido sólo una vez?- con el presidente electo Chávez-elegido por tres veces- en Venezuela. ¿Merecen igual respeto? Sí y no.

No voy a centrarme en el debate sobre el incidente en sí, sino en sus consecuencias, de las que se extrae la "extraña" casualidad que quiero comentar. Todo se centra en la reacción de Rajoy al acontecimiento. Partiendo de su bajeza política y del nivel paupérrimo del PP para un ánalisis objetivo de los hechos, el señor Rajoy nos deja la perla de que Zapatero debe buscar sus aliados entre los gobernantes "Occidentales, democráticos y liberales".

De todo el incidente se ha derivado una actitud orientalista tal como la que nos describe Said en "Orientalismo", de ahí la casualidad. Cuidado con los discursos señor Rajoy, pues Foucault nos enseñó a analizarnos arqueológicamente hasta llegar a las instituciones de las que emanan el esqueleto de nuestros discursos; y su aportación al de la sociedad desde su posición deja mucho que desear, es peligroso y eterniza actitudes irreflexivas. Ello será explicado posteriormente.

Antes de Rajoy,un ejemplo claro de Orientalismo, el antiguo programa de Tv llamado Moros y Cristianos; si recuerdan consistía en un debate entre dos faccciones enfrentadas sobre un tema de actualidad. El nombre refleja, pues, que se presupone del contenido que los moros y los crisitianos tienen posturas irreconciliables como las que se veían en el programa, donde nunca había un acuerdo entre las partes de debate. Cuidado con las asociaciones de ideas de éste tipo ya que son un reforzamiento de las actitudes generales y prejuiciales hacia lo oriental, en este caso, lo musulmán. Sin duda que títulos de programas como este no contribuían en nada a un diálogo y una visión de lo oriental más real y positiva.

La frase anterior de Rajoy es un reflejo del orientalismo, como el programa de Tv; Zapatero sólo debería relacionarse con "Occidentales, democrátas y liberales", ¿como él y su colega Bush?. Rajoy asume en una particular asociación de ideas el tipo de gobierno con el que merece relacionarse; sin duda que no pensó lo que dijo, pero lo que ha dicho es lo que piensa, que sólo los accidentales son demócratas y liberales. Una de las características del Orientalismo es imponer una serie de actitudes irreflexivas al observador occidental; la primera, la del programa de Tv, presupone que el oriental es un ser extraño con el que no podemos llegar a un acuerdo y ello nos sitúa en un enfrentamiento constante. Otra actitud irreflexiva es la que deriva de la frase de Rajoy, definir el oriente a todos los niveles desde el "nosotros", el modo occidental, de forma negativa. Nosotros somos occidente, demócratas y liberales, luego el resto no lo es. El Orientalismo define el "ellos" desde el "nosotros" borrando toda particularidad y riqueza de los otros. Sin duda que Rajoy ha fundado esta asociación de occidente con democracia y liberalismo en conceptos generales de los dos últimos conceptos, y en una interpretación particular de nuestra historia y del resto del mundo, pues también existen países no occidentales democráticos como Japón, Turquía, etc. ¿Es que no merece la pena relacionarse con ellos? o ¿Es que no entran dentro del modelo de democracia patentado como infalible de forma unilateral por la derecha?

La frase de Rajoy es una muestra de como el uso de conceptos generales unidos a mentalidades particularistas y prejuiciadas, da lugar a visiones irreales y falsas, que sólo contribuyen, desde su posición de autoridad en la sociedad, a difundir y consolidar actitudes y prejuicios sociales e intelectuales, como los que Said denuncia en "Orientalismo".

J. Curado


sábado, 3 de noviembre de 2007

Pakistán y el héroe norteamericano Musharraf

No hay duda que leer noticias en internet es una de las actividades más usuales de los internautas; tienes la información puntual y desde varios puntos de vista, aunque casi siempre la misma no te explica el problema o cuestión desde sus causas profundas. Esto ocurre con una información que aparece hoy en la pagina de El País respecto a Pakistán; en la noticia se nos dice que el electo ex-general Pervez Musharraf ha nombrado el estado de excepción en el país, y ha ocultado al presidente del Tribunal Constitucional en un lugar indeterminado. Ese es el resumen de la noticia, a la que pretendo sustentar con algunas aclaraciones y hechos. El enlace de la noticia es http://www.elpais.com/articulo/internacional/Musharraf/declara/estado/excepcion/Pakistan/elpepuint/20071103elpepuint_8/Tes
Pakistán es uno de los países de los que no se suele hablar cuando se trata de terrorismo yihadista. ¿Por qué terrorismo yihadista y no islamista? La primera razón es que si lo tratamos como islamista, ello supone que su lucha se hace en nombre del Islam, lo cual puede ser verdad, pero no supone una buena etiqueta ni acertada, pues se criminaliza el Islam por el uso de unos pocos de su nombre. Además, al usar el término islamista se otorga a las acciones de los terroristas un significado religioso del que muchas veces carecen. En mi opinión es más acertado hablar de terrorismo yihadista, ya que los terroristas se autodenominan yihadistas y llaman a hacer yihad. Este término es más restringido y contribuye mejor a identificar a la minoría terrorista; lo contrario que ocurre con islamista, ya que pueden serlo muchos y no ser yihadistas, que son los que propugnan las acciones armadas.

Tras esta breve aclaración vuelvo a Pakistán, el objeto de la noticia de inicio. En estos momentos el país se encuentra en un período poselectoral tras la elección de Musharraf; el Tribunal Constitucional tenía que decidir si era posible la extensión de un nuevo mandato del ex-general por otros 5 años. No hay que olvidar la posición estratégica de Pakistán en la lucha contra el terrorismo tras el 11-S, pues se creó la unidad de contraterrorismo más importante del mundo que en 6 años ha capturado a 600 terroristas, entre ellos al cerebro del 7-J de Londres, Naim Nur-Ham. Poseen el mayor archivo sobre terroristas del mundo y son fuente de información constante para servicios de inteligencia de todo el mundo. Ello da una idea de la importancia de la labor de estos servicios de contraterrorismo, que actúan en ciudades laberinticas como Lahore, Islamabad o Karachi.

Toda su acción se encuadra en el marco de lucha contra el terrorismo iniciado por Estados Unidos tras el 11-S. Musharraf es sin duda uno de los grandes apoyos de los norteamericanos en dicha lucha y el apoyo más valorado, pues su actividad contra el terrorismo no se centra en la creación del efectivo Servicio Contraterrorista que tan buenos frutos ha dado. Musharraf ha decidido combatir a los terroristas en su terreno, en la zona de Waziristán, donde han gozado de total impunidad durante décadas para llevar a cabo sus acciones y promover el contrabando que tanto daño hizo al país durante el mandato de Benazir Bhutto, que se dispone a volver a Pakistán de nuevo. Musharraf ha eliminado del ejército al grupo de militares que eran afines a los talibanes; lo mismo ha ocurrido con aquellos elementos del servicio secreto, el ISI, que habían apoyado a los talibanes y simpatizaban con la ideología yihadista. Ello le ha supuesto varios intentos de asesinato, hasta ahora 8, que han causado numerosas víctimas. El último un ataque al Cuartel General del Ejército en Rawalpindi, donde se haya la residencia militar de Musharraf, que ha causado 7 muertos y 14 heridos.

La acción del ejército paquistaní en Waziristán no se centra sólo en el combate directo y la aniquilación de los elementos terroristas; también se estan llevando a cabo reuniones de altos cargos del ejército con las jirgas o consejos locales con el fin de prometerles mejoras en su nivel de vida e inversiones en infraestructuras a cambio de no colaborar con los terroristas. Todo ello con el dinero de Estados Unidos, que reiteradas veces ha solicitado al gobierno paquistaní permiso para mantener un combate directo con los terroristas en su territorio. La respuesta de Musharraf siempre ha sido la misma, no. Conoce el profundo sentimiento antiamericano de su pueblo y permitir que operen en su territorio le crearía muchos más enemigos de los que de por sí ya tiene.

Musharraf es consciente de los sentimientos de los paquistaníes: antiamericanismo y simpatía por Bin-Laden y su cuadrilla de Al-Qaeda. Como supone que es un problema de educación Musharraf se ha puesto manos a la obra. En Pakistán los niños pobres, que son la mayoría, son educados en las madrasas donde se les da una educación exclusivamente religiosa, además de recibir ciertas ventajas, como comidas. Ante esta situación Musharraf ha organizado varias reuniones entre los representantes estatales y los de las madrasas para obligarlos a introducir en las mismas un plan de estudio que sea interdisciplinar; al estilo occidental aunque manteniendo la educación religiosa. Este es uno de los caballos de batalla del futuro para Musharraf en su lucha contra el terrorismo; hasta ahora su nuevo plan de educación para las madrasas ha dado un cierto éxito, pues un 40% de ellas ha aceptado implantar el nuevo plan de estudios. Precisamente la crisis de la Mezquita Roja de Islamabad se debía, entre otras cosas, a que en ella se impartía una educación extremista a muchos jóvenenes paquistaníes y extranjeros.

Estas son las líneas de la lucha de Pervez Musharraf contra el terrorismo en su país, que cabe recordar es habitado por 150 milones de personas y tuvo un papel muy destacado en el ascenso de los talibanes al poder en el pasado a través de la intervención de su servicio secreto, el ISI. En estos momentos Pakistán se haya en un proceso poselectoral. Quizá la espera a que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre si Musharraf, ganador de las elecciones democráticas del 6 de octubre, podrá gobernar se haya hecho demasiado larga para un país que necesita tener una cabeza visible para no caer en el caos; tal vez por ello y por el miedo a acciones desestabilizadoras de los terroristas se ha declarado el estado de emergencia, tal como se nos dice en la noticia.


J.Curado